La preocupación por el ausentismo electoral se hace evidente en cada elección: se vio reflejado en los comicios de Salta, Jujuy, Chaco, Ciudad de Buenos Aires, Misiones, Formosa y Santa Fe. En ese sentido, una encuesta que publicó Letra P reveló por qué la gente no va a votar: la mayoría no participa de las elecciones por su desencanto con la clase política.
Según el último estudio de la consultora DC, que se realizó entre el 8 y 9 de julio, el 39,1% de las personas considera que la principal razón por la que la gente no va a votar es que “siempre es lo mismo”, aludiendo a una sensación de defraudación política constante. En tanto, el 24,3% argumenta que “no se siente representado” por quienes se anotan para competir en las elecciones.
El 23,9% respondió que el ausentismo se da «por culpa de los partidos políticos». Es decir, ese sector responsabiliza a las estructuras partidarias tradicionales de haber alejado a la ciudadanía de la participación política, tan esencial para fortalecer la democracia.
Elecciones polarizadas
Dos de cada cinco personas no participaron de los comicios que se realizaron este año en el país. Si bien las elecciones de medio término despiertan menos interés que las presidenciales, la baja participación electoral parece ser una tendencia que llegó para quedarse.
El 12,7% de las personas que respondió la encuesta dijo que no va a votar porque “se polarizan las elecciones”, lo que transforma el sufragio en un acto de rechazo (“se vota lo anti”) más que por convicción.

De hecho, las últimas encuestas de cara a la contienda legislativa de octubre reflejan un escenario polarizado entre la Libertad Avanza y el Partido Justicialista, de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien quedó fuera de competencia el 10 de junio cuando la Corte Suprema ratificó la condena a seis años de prisión y la inhabilitación para ejercer cargos públicos por la causa Vialidad.
El ausentismo electoral y su impacto en la democracia
El relevamiento de la consultora que dirige Aníbal Urios pone en evidencia una tendencia que preocupa: la democracia pierde fuerza cuando una parte importante del electorado deja de participar por decepción, desinterés o enojo. Menos votantes significan una representación menos efectiva.
Ante esta situación, la clase política tiene un desafío urgente: reconstruir la confianza ciudadana para revertir esta creciente apatía electoral. La baja en la concurrencia a las urnas no tiene partidos ganadores o perdedores claros, pero sí afecta la calidad de la democracia.
Fuente: Letra P