La brecha de género todavía es abismal, pero después de las últimas elecciones creció la cantidad de intendentas a nivel nacional, a contramano de lo que pasa en los ejecutivos provinciales y en el gobierno de Javier Milei, donde los retrocesos en términos de institucionalidad de género están a la orden del día. Nunca hubo tantas mujeres gobernando en el territorio como hoy. A nivel nacional, el porcentaje total de intendentas es del 15%, contra el 13% del período registrado entre 2019 y 2023. Estos números se desprenden de un relevamiento efectuado por la organización Data Género. De un total de 1.637 intendencias a lo largo y ancho del país, 269 están a cargo de mujeres.

“Falta muchísimo, pero es positivo que a nivel municipal la participación de las mujeres no haya descendido como sucedió a nivel provincial y nacional. Por el contrario, muestra un leve crecimiento”, dijo a Letra P la socióloga e integrante del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) Agustina Rossi.

Desde hace dos décadas que ELA analiza y monitorea la participación política y social de las mujeres. En 2020 esta organización había advertido en su informe “Sexo y Poder ¿Quién manda en Argentina?” que desde la recuperación de la democracia en 1983 las mujeres no habían llegado a ocupar más que el 10% de los cargos ejecutivos en municipios.

“Este incremento abre una ventana de oportunidad para seguir profundizando el cierre de las brechas de género. Es un dato auspicioso encontrar más mujeres en puestos de decisión, porque viene de un indicador que es el que peor nos daba y es el que menos variación tiene”, opinó en diálogo con este medio Agustina Bendersky, coordinadora de Géneros de Fundar. Esta organización desarrolló un Índice Subnacional de Género, Decisión y Representación y, en el relevamiento de hace dos años, “las provincias con mejores índices de igualdad son aquellas en las que encontramos más mujeres en los poderes Ejecutivo y Judicial y en el sector privado”.

“Los retrocesos que estamos viendo en términos de institucionalidad de género vienen de decisiones que toma el Ejecutivo nacional y podemos pensar que quizás no está reflejado el consenso generalizado cuando vemos que el número de mujeres intendentas tuvo una mejoría en términos de cantidad”, sumó Bendersky sobre las cifras.

Tucumán, primera en el ranking
Si se mira el mapa nacional, la provincia que lleva la delantera en el ranking de intendentas es Tucumán: un 30% de sus municipios tiene mujeres a la cabeza. En el otro extremo se encuentra la provincia de Tierra del Fuego. El territorio que supo estar gestionado por Fabiana Ríos, la primera mujer gobernadora de la historia del país, hoy no cuenta con intendentas. Los avances y retrocesos en la disputa por el poder nunca son lineales para las mujeres.

En relación con la procedencia política, de acuerdo al informe de Data Género, Juntos por el Cambio tiene el 37% de las intendentas (sostiene el 34% del total de las intendencias del país) y Unión por la Patria el 30% (con un 33,7%). Por otra parte, 33% de las intendentas mujeres forman parte de armados vecinalistas o de partidos de alcance provincial (que completan el 33,3% restante de las intendencias a nivel nacional).

Las baronesas de la provincia de Buenos Aires
Un ejemplo de aumento significativo es lo que pasa en la provincia de Buenos Aires. Hasta hace poco las mujeres que llegaban a estos cargos ejecutivos municipales se contaban con los dedos de las manos y no es metáfora. Sobre 135 municipios que se extienden a lo largo y a lo ancho del territorio bonaerense, en 2019 eran seis intendentas. Sin embargo, hoy ya son 11.

“El poder territorial siempre estuvo muy masculinizado. Hoy casi se duplicó la cantidad de intendentas mujeres en la provincia de Buenos Aires. Es una cifra positiva pero hay que decir que cuando se la compara con los 135 municipios es bajísima”, dijo la única ministra de Mujeres y Diversidad del país, la bonaerense Estela Díaz.

“Cuando vamos a los municipios observamos que los gabinetes municipales están feminizados. Gobierno, obras públicas, producción, turismo son carteras en las que no se encontraban mujeres y ahora hay más presencia de mujeres que de varones. Lo otro que verificamos es la presencia femenina en las delegaciones municipales: la ciudad de La Plata es un ejemplo. Son lugares de mucha referencia territorial, porque son la cercanía de la cercanía. Allí hay muchas mujeres que nunca llegaban a las delegaciones municipales”.

Cinco de ellas, de Unión por la Patria, fueron reelectas el año pasado: Mariel Fernández, en Moreno; Mayra Mendoza, en Quilmes; Blanca Cantero, en Presidente Perón; Marisa Fassi, en Cañuelas y María Gianini, en Carlos Tejedor. Las que se sumaron tras las elecciones de 2023 son de Juntos por el Cambio, evidenciando que la política se feminiza de manera transversal en el territorio: la radical Érica Revilla, en General Arenales; Soledad Martínez, del PRO, en Vicente López; María José Gentile, de Juntos por el Cambio, en Nueve de Julio; la radical Lucía Gómez, en Gonzáles Cháves; Sofía Gambier, de la UCR, en Pellegrini y Fernanda Astorino, de Juntos por el Cambio, en Capitán Sarmiento.

El entonces Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación había puesto el foco sobre la política local y el poder territorial. El año pasado, con fondos internacionales, había lanzado el Índice de paridad municipal (IPM) como una herramienta para monitorear la participación política de las mujeres y diversidades en los gobiernos locales. Con el cambio de gobierno ese seguimiento se interrumpió. “El avance en la representación política de las mujeres no es una deuda saldada, el riesgo de retroceder está latente y con los discursos que se sostienen es muy probable que así suceda”, advirtió la abogada puntana Paulina Calderón, secretaria de Políticas de Igualdad y Diversidad de la gestión de Ayelén Mazzina.

Es cierto que no todas las mujeres gobernando municipios son feministas ni garantizan la perspectiva de género, pero en tiempos de antifeminismo y negación de las desigualdades y las violencias específicas hacia mujeres, lesbianas, travestis y trans; los lugares que ellas ocupan son espacios de disputa desde lo simbólico y pueden constituirse en trincheras de resistencia de las políticas con perspectiva de género.

Fuente: Letra P