Por Néstor Loggio, exdiputado provincial
A casi dos años del gobierno de Javier Milei, se observa un cambio en la distribución de ingresos: diversos informes indican que la mayoría de la sociedad ha experimentado una disminución en su poder adquisitivo, mientras que una minoría ha visto incrementos. A pesar de este contexto, el respaldo al gobierno se mantiene relevante. El apoyo social a las propuestas políticas suele estar basado en factores materiales. Durante la campaña, Milei propuso la dolarización y la reducción de la inflación mediante reformas estatales profundas, propuestas que encontraron eco especialmente entre jóvenes, mientras que otros grupos apoyaron por cuestiones de identidad política o cultural.
Actualmente, los medios de comunicación ejercen influencia en la opinión pública sobre los temas prioritarios, y las redes sociales pueden fomentar polarización, fenómeno observado también en experiencias internacionales como Brasil, Estados Unidos y Hungría. Para comprender estos procesos, puede consultarse literatura como “Los ingenieros del Caos” de Giuliano da Empoli.
En su gestión, Milei implementó ajustes dirigidos a diferentes sectores sociales, tales como jubilados, trabajadores y beneficiarios de programas públicos, además de paralizar obras públicas y modificar la coparticipación de recursos a provincias, obteniendo superávit fiscal. Paralelamente, se redujeron impuestos a algunos bienes y sectores productivos. Estas medidas han generado ganadores y perdedores bien identificados dentro de su modelo. Un sector social aún mantiene expectativas respecto a posibles mejoras económicas.
La economía argentina no muestra crecimiento sostenido del PBI desde 2015; en cambio, experimenta ciclos de expansión y contracción, sin perspectivas estables a mediano o largo plazo. El modelo económico vigente tiene puntos en común con estructuras extractivistas, donde una parte menor de la población concentra ingresos, mientras el resto accede a empleos de baja remuneración. Históricamente, distintos gobiernos impulsaron modelos industriales y educativos con impacto en la estructura social.
La discusión actual gira en torno a la estrategia exportadora y la generación de divisas. La ex presidenta Cristina Fernández ha señalado recurrentemente la limitación estructural de dólares en Argentina. La recuperación estatal de YPF y el desarrollo de proyectos energéticos como Vaca Muerta se consideran pasos para transformar el perfil exportador del país y diversificar la generación de divisas, sumando minería y energía a la tradicional agroindustria. Las diferencias entre modelos radican en los marcos normativos y fiscales aplicados a las inversiones extranjeras y a cómo se reparte el beneficio económico.
Algunos sectores plantean la necesidad de acuerdos sociales y económicos amplios, liderados por el Estado junto a empresarios, sindicatos, movimientos sociales y universidades, con el fin de establecer metas macroeconómicas compartidas, promover el crecimiento y evitar la concentración de riqueza. Se citan antecedentes históricos de pactos sociales y ejemplos internacionales que demuestran logros en términos de estabilidad y desarrollo bajo esquemas de consenso.
Finalmente, se destaca la importancia de reformar el sistema tributario para ampliar la base impositiva, favorecer a las pequeñas y medianas empresas, y reorientar la carga fiscal hacia impuestos directos. En el contexto electoral próximo, la ciudadanía decidirá entre mantener el rumbo actual o modificar el modelo socioeconómico.